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Habitat One es el corazón palpitante de la vida civilizada en el sistema Omega. Bajo su atmósfera templada y entre urbes verticales, se mezclan luces de neón, viejos templos, factorías interminables y las cicatrices de siglos de cambio. Aquí, humanos y metahumanos; elfos, enanos, orcos comparten el mismo aire denso, el mismo tráfico interminable y la misma necesidad de sobrevivir a la maquinaria social.

El Despertar, ocurrido en el año 2000, reescribió para siempre la historia del planeta. Lo que empezó como una anomalía, una ola de mutaciones y extrañas habilidades en recién nacidos y adultos, se transformó en una revolución silenciosa: surgieron nuevas razas y la magia, aunque rara y temida, regresó como fuerza latente, algo que siempre había estado ahí pero nadie podía percibir. Si bien la sociedad se adaptó, nunca dejó de mirar con recelo lo que es diferente, y los estratos de riqueza, poder y tecnología se volvieron aún más complejos.

En Habitat One, la vida es vertiginosa. Megaciudades como Neo-Sundome marcan el ritmo del sistema con sus mercados digitales, corporaciones omnipresentes y barrios superpuestos. El día a día transcurre entre oportunidades brillantes y peligros acechantes: desde los altos ejecutivos en sus jardines zen climatizados hasta los corredores de datos y buscavidas en los túneles más profundos. Los implantes cibernéticos, la medicina avanzada y el acceso a la información definen la movilidad social tanto como la sangre o el talento.

En los barrios más bajos, la mezcla de culturas, la desigualdad y la nostalgia por lo perdido conviven con la esperanza de un futuro mejor, o al menos, más rentable. La criminalidad, las bandas y las redes de influencia dictan muchas reglas no escritas. Los marginados buscan protección en clanes, templos o nuevas tecnologías; los poderosos, en alianzas secretas y contratos con corporaciones que parecen tener ojos en todas partes.

La vida en Habitat One nunca es sencilla, pero siempre es intensa. Cada día trae consigo promesas y amenazas: la ciudad recompensa a quienes se adaptan, y devora a los que no aprenden rápido.

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