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Habitat Seis

Habitat Seis fue, durante un breve periodo, la joya del Sistema Omega. El único planeta además de Habitat One capaz de albergar vida de forma natural, fue seleccionado para un proyecto de colonización experimental antes de la pandemia, durante las primeras expediciones cientificas. Se terraformaron valles, se construyeron ciudades modelo y, durante unas décadas, Seis representó una nueva edad de oro. La estética de sus colonias recordaba a los años de abundancia cultural del siglo XX: parques abiertos, barrios coloridos, tecnología en armonía con la vida diaria. Un sueño que duró demasiado poco.

El colapso

Algo ocurrió. Nadie sabe si fue un error en la terraformación, un brote vinculado al Ether o algo que ya habitaba en las profundidades del planeta. Las primeras crónicas hablan de muertes masivas sin causa aparente, de cuerpos que se descomponían y se alzaban de nuevo como husks vacíos, corrompidos por una energía oscura. En cuestión de meses, las colonias fueron devoradas por la corrupción. Desde entonces, Habitat Seis es un cementerio vivo: ciudades enteras congeladas en el tiempo, donde la muerte nunca fue definitiva.

Un planeta prohibido

Tras la catástrofe, todas las rutas hacia Seis fueron selladas y el planeta declarado inhabitable. El propio gobierno planetario y las corporaciones borraron registros, y durante años su nombre no se pronunciaba en los canales oficiales. Pero el olvido nunca fue completo: expediciones ilegales, contrabandistas y buscadores de Ether han regresado, atraídos por la certeza de que entre la corrupción y la ruina aún quedan riquezas, tecnología perdida y secretos del Ether.

Recursos y amenazas

El subsuelo de Seis está plagado de cristales arcanos fracturados, residuos de los experimentos de terraformación que hoy generan anomalías de Ether imposibles de predecir. Entre ruinas se encuentran nodos de cristal resonante contaminado, extremadamente inestable pero valioso en el mercado negro. La superficie está patrullada por muertos reanimados y bestias corruptas, amalgamas de fauna local y energía oscura. Para los pocos que sobreviven, Habitat Seis no es un mundo, es un catastrofe a escala planetaria, donde cada expedición es un riesgo mortal.

El mito de Seis

En el imaginario del Sistema Omega, Habitat Seis es sinónimo de maldición. Los relatos hablan de voces que se escuchan en las calles vacías, de luces en edificios abandonados y de viajeros que vuelven cambiados, marcados por algo que no se puede describir. Oficialmente nadie lo controla, pero tanto Renivit como AISER envían misiones clandestinas en busca de materiales o datos. Lo que encuentran rara vez llega a publicarse.