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Nulara

Nulara es un planeta diminuto, cubierto en su mayor parte por bosques primitivos de árboles gigantescos y hongos colosales que prosperan bajo un clima templado y húmedo. A primera vista podría parecer un mundo virgen ideal para la colonización, pero sus mares y ríos de metano convierten la superficie en un lugar incompatible con la vida humana a largo plazo. Aunque la atmósfera contiene oxígeno suficiente para expediciones breves, la exposición prolongada genera náuseas, alucinaciones y debilidad muscular, lo que hace inviable cualquier asentamiento estable.

Ruinas en el bosque

Lo que diferencia a Nulara de otros mundos es la presencia de tecnología antigua incrustada en sus paisajes. Torres oxidadas, instalaciones enterradas y estructuras que parecen crecer entre las raíces de los árboles colosales sugieren que alguien, o algo, estuvo allí mucho antes que la humanidad. Los mecanismos encontrados no responden a ningún sistema conocido y parecen funcionar con principios de Ether y datos cristalizados imposibles de descifrar con las herramientas actuales. Para la mayoría de la población del Sistema Omega, Nulara es solo un rumor, pero para las corporaciones representa un enigma demasiado valioso para ignorar.

Explotación corporativa

Hoy el planeta está dividido entre las corporaciones. AISER mantiene bases de investigación ocultas en las selvas más densas, experimentando con muestras de cristal resonante fusionado con compuestos orgánicos. Renivit explota la xenocelulosa de los árboles y hongos, material codiciado para fabricar polímeros industriales de alto rendimiento. Farmatech, siempre envuelta en secretismo, mantiene laboratorios que estudian los efectos de la atmósfera de metano en organismos vivos, con fines que nadie fuera de la corporación conoce.

Las bases son pequeñas y fortificadas, conectadas por rutas aéreas, ya que el terreno selvático y la toxicidad del agua hacen imposible un transporte terrestre estable. Ninguna de ellas está pensada para durar mucho: se montan, explotan lo que pueden y se abandonan cuando los costes superan los beneficios.

Un misterio a largo plazo

Para los habitantes de Habitat One, Nulara apenas existe. Los registros oficiales hablan de un planeta demasiado caro de colonizar, sin valor estratégico inmediato. Pero entre investigadores y arqueólogos, su nombre se susurra con respeto: "el bosque muerto", un lugar donde la tecnología de eras olvidadas descansa bajo la corteza de un planeta que se resiste a ser comprendido. Cada expedición regresa con datos fragmentados, lecturas imposibles y la sensación de que Nulara no es solo un mundo, sino un archivo vivo de algo que nadie sabe leer.