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Religión

Religión y Misticismo

La religión en el Sistema Omega nació de un vacío. Tras el Despertar del año 2000, cuando el Ether irrumpió en la realidad y con él surgieron los metahumanos y lo inexplicable, las viejas religiones fueron perdiendo credibilidad. La humanidad descubrió que sus mitos y deidades palidecían frente a un poder tangible, incontrolable y, muchas veces, devastador. Las iglesias se vaciaron, y en su lugar brotaron nuevos cultos, sectas y corrientes espirituales que trataban de dar sentido a la transformación del mundo.

El Ritualismo del Ether

En los siglos posteriores al Despertar, el Ether fue adorado como fuerza vital. Comunidades enteras celebraban rituales con huesos, fuego y cantos colectivos, buscando guiar la energía hacia un equilibrio seguro. Para muchos, la magia era un regalo; para otros, una maldición. Esos movimientos, vistos hoy como primitivos o supersticiosos, sobrevivieron en pequeñas comunidades y como folclore, pero fueron desplazados por la tecnología y la racionalización del Ether como recurso práctico.

El Giro hacia el Cosmos

La verdadera revolución espiritual llegó con la expansión espacial. Cuando se confirmó que el Ether resonaba con los cuerpos celestes, y que ciertos planetas parecían tener una influencia directa sobre los acontecimientos, nació la idea de la Conciencia de los Mundos. Según esta corriente, cada astro del Sistema Omega alberga una identidad propia, una forma de conciencia que moldea el destino humano y otorga poder a quienes logran sintonizar con ella.

A partir de entonces, los cultos comenzaron a asociarse a planetas, lunas y estrellas concretas. En Habitat One proliferaron hermandades que veneraban a su propio mundo como un enigma viviente, mientras en Habitat Tres se formaron sectas militares que veían en su planeta austero un espejo de disciplina y sacrificio. Incluso estaciones orbitales o asteroides fueron objeto de devoción, vistos como nodos de Ether donde lo humano y lo cósmico se cruzan.

Misticismo en la Actualidad

Hoy, la religión en el Sistema Omega no está unificada: es fragmentaria, local y profundamente diversa. Algunas tendencias generales, sin embargo, dominan la escena:

  • Cultos Planetarios: comunidades que creen que cada mundo tiene un alma y merece reverencia.
  • Hermandades del Cosmos: grupos de astrólogos y místicos que interpretan alineaciones estelares como presagios de Ether.
  • Ordenes Ritualistas: herederos de los antiguos cultos del Despertar, que mantienen prácticas con huesos, fuego o cantos colectivos para purificar la energía.
  • Corporaciones-Mesianas: empresas como Farmatech disfrazan su propaganda de fe, predicando la perfección del cuerpo y la mente como si fuesen mandatos divinos.

Fe y Poder

El Ether dio a la humanidad un nuevo lenguaje para lo divino, pero también la dividió en innumerables sectas y creencias. Para muchos, estas corrientes son solo supersticiones; para otros, son la única explicación de un universo hostil. El gobierno de Habitat One y las megacorporaciones tolera o explota los cultos según convenga: apoyan a los que refuerzan el orden, y persiguen a los que promueven independencia o desafían el control social.

La religión es una fuerza latente: no une, fragmenta; no pacifica, agita. Entre la fe en los mundos y el escepticismo tecnológico, las poblaciones buscan en el Ether un sentido que las megacorporaciones no pueden darles, y que los astros quizás guardan en secreto.

Vida despues de la muerte

La muerte sigue siendo un misterio insondable. Ni la ciencia ni la magia han podido desvelar con certeza qué ocurre cuando el aliento abandona el cuerpo. Lo único indiscutible es que la pérdida es definitiva en un sentido espiritual, lo que queda atrás es un silencio imposible de medir.

A lo largo de los siglos, tanto corporaciones como misticos han intentado romper la barrera entre la vida y la muerte. La tecnología médica y el Ether han permitido que, bajo circunstancias concretas, un ser pueda ser devuelto a la existencia. Pero incluso en esos casos, los resucitados regresan con una ausencia absoluta de memoria sobre lo ocurrido tras morir. Algunos olvidan incluso el instante de su muerte, como si la propia experiencia hubiese sido borrada o nunca hubiese existido.

Los rituales de nigromancia aportan aún menos respuestas. Es posible levantar un cadáver, infundirlo de energía y obligarlo a moverse, pero el alma o conciencia original nunca responde. Lo que se anima es solo un cascarón vacío, un eco distorsionado de lo que fue, sin voluntad propia ni memoria.

La consecuencia de todo esto es un vacío cultural: miles de teorías, cultos y supersticiones florecen para explicar el destino del alma. Algunos creen que el Ether absorbe la esencia de cada ser, reciclándola en el cosmos como energía latente. Otros juran que existen planos invisibles donde las conciencias esperan un nuevo amanecer. Y para muchos, simplemente no hay nada: la muerte es el fin absoluto.

El misterio persiste, irresuelto y perturbador. El Sistema Omega ha domado el espacio, la materia y hasta la propia magia, pero sigue siendo incapaz de responder a la pregunta más antigua de todas: ¿qué hay después de la muerte?