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El Núcleo

El Núcleo es el corazón de AISER; una estación orbital colosal que no solo sirve como cuartel general de la corporación, sino también como símbolo de su poder y su visión de futuro. Suspendida en la negrura del espacio, con un diámetro de más de un kilómetro, el Núcleo se percibe como una ciudad futurista encapsulada, un faro de acero y luz que marca la presencia de AISER en todo el Sistema Omega.

A primera vista, el Núcleo parece un cruce entre un puerto orbital y una urbe en miniatura. Sus muelles de carga funcionan sin descanso: cargueros, cruceros diplomáticos y naves de investigación entran y salen constantemente. En sus niveles internos conviven laboratorios de investigación sobre Ether, sectores de automatización industrial y espacios dedicados a la vida diaria: hidroponía, comercios, zonas de ocio e incluso restaurantes que sirven desde menús sintéticos hasta carnes clonadas de lujo. La estación nunca duerme, pues su ciclo de actividad no se mide en días o noches, sino en el pulso constante de su maquinaria.

Las normas de convivencia son estrictas. La seguridad está garantizada por contingentes de Aegis Dynamics, que patrullan pasillos, accesos y hangares con frialdad profesional. La infracción de las leyes corporativas dentro del Núcleo no supone una multa: supone la expulsión inmediata o, en casos graves, la desaparición silenciosa del infractor. El mensaje es claro: el Núcleo es territorio de AISER, y sus reglas son inquebrantables.

El diseño interior combina funcionalidad y propaganda. Pasillos impecablemente iluminados por luces frías, uniformes meticulosamente cuidados y pantallas holográficas que transmiten consignas corporativas refuerzan la sensación de estar dentro de un organismo vivo controlado al detalle. Todo visitante siente que cada movimiento es observado, cada palabra registrada, cada decisión evaluada.

Desde la cúpula de observación, la vista es sobrecogedora: Habitat One brilla bajo la estación como un mosaico azul y gris, recordando a todos que el Núcleo no es solo un puerto o una ciudad, sino un trono orbital desde el que AISER observa y gobierna.

Para un viajero, el Núcleo es un lugar de maravillas: acceso a tecnologías experimentales, contratos lucrativos, avances médicos y lujos imposibles en el planeta. Para un enemigo de AISER, es una fortaleza inexpugnable, donde cada puerta está vigilada y cada sombra pertenece a la corporación.

La Fortaleza

Dentro del Núcleo, separado del bullicio comercial y de las zonas civiles, se alza La Fortaleza, el corazón militar de AISER. No es solo una academia: es un centro de adiestramiento, investigación y despliegue que convierte a la estación orbital en algo más que un puerto: en una plaza fortificada en el espacio.

En sus niveles interiores se distribuyen dormitorios, comedores y espacios de vida para miles de cadetes, soldados y oficiales. Los pasillos están adornados con los estandartes de AISER y frases de disciplina que resuenan como mantras en cada instrucción. Las áreas de entrenamiento incluyen desde gimnasios reforzados y simuladores de combate en gravedad cero hasta campos de tiro con armamento experimental. Para muchos reclutas, entrar en La Fortaleza es dejar de ser un individuo y convertirse en un engranaje de la maquinaria de AISER.

La organización también sirve como taller de armamento y centro de I+D militar. Ingenieros y científicos trabajan en estrecha colaboración con oficiales de campo para probar nuevas generaciones de exoesqueletos, drones de combate y prototipos de armas potenciadas con Ether. Lo que se prueba en La Fortaleza, tarde o temprano, termina en manos de Aegis Dynamics y de los ejércitos corporativos desplegados en colonias y estaciones.

Más allá del entrenamiento, La Fortaleza dirige su propia flota de naves de combate y transporte, siempre listas para misiones de defensa, escolta o intervención. Su presencia garantiza que cualquier intento de sabotaje contra el Núcleo sea sofocado antes incluso de comenzar. Los cadetes saben que están entrenando no solo para servir en el espacio, sino también para proyectar el poder de AISER a cualquier rincón del Sistema Omega.

En el imaginario colectivo, La Fortaleza es un templo de disciplina y control. Para algunos, es un honor formarse bajo su enseñanza y portar el uniforme gris-azulado de sus graduados. Para otros, es el recordatorio de que AISER no solo construye y vigila; también impone, con hierro y fuego, el orden que proclama.